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¿En qué año se unieron Buda, Óbuda y Pest, para formar la ciudad de Budapest?
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Rincones literarios
Kassa, ciudad natal de Sándor Márai

Kinga Dornacher
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Kassa en el siglo XVII
Kassa en el siglo XVII

Para comprender la trayectoria artística del célebre escritor Sándor Márai es imprescindible conocer la historia de su cuidad natal que ahora pertenece a Eslovaquia.

Kassa (Cassovia en latín, Kaschau en alemán, Kosice en eslovaco)

La ciudad de Kassa, situada sobre el río Hernád en el lado oeste de una cuenca natural, ha sido durante siglos el principal centro económico, industrial, cultural y de enseñanza de la región. La ciudad medieval se desarrolla a medio camino entre la abadía local y el castillo. Su nombre aparece mencionado por primera vez en 1230. La ciudad obtiene el rango de villa libre en 1342. En el siglo V es la segunda ciudad más importante de Hungría (detrás de Buda, pero delante de Pozsony / Bratislava). Constituye por lo tanto un punto importante durante las luchas de poder que marcan la historia de Hungría (entre príncipes deseosos de restaurar una corona húngara independiente y los imperialistas sometidos a los Habsburgo). Durante el tratado de Trianon, en 1920, la ciudad es cedida oficialmente a Checoslovaquia hasta 1938, fecha en la cual es restituida a Hungría, que declara la guerra a la Unión Soviética como consecuencia de los bombardeos de que es objeto la ciudad de Kassa el 26 de junio de 1941. El ejército soviético la ocupa el 19 de enero de 1945 y como consecuencia de ellos es de nuevo asignada a Checoslovaquia. Kassa es hoy la segunda ciudad de Eslovaquia y tiene cerca de 250.000 habitantes.

Desde la noche de los tiempos la población de la ciudad es de nacionalidad mixta: los elementos húngaros, eslavos y alemanes ya están presentes desde la Edad Media y la proporción de los grupos étnicos varia a lo largo de los siglos. El “tesoro de Kassa” descubierto en un cofre de bronce durante la renovación de una de las casas de la ciudad, es una colección de piezas de moneda que datan del siglo XV al XVII salidas de 81 casas de moneda europeas. Es emblemática la riqueza cultural acumulada en la ciudad. En 1919, el 75,4% de la población se declara de lengua materna húngara, 14,8% eslovaca y el 7,2% alemana. En 2001, 89% de sus 236 093 habitantes se declaran eslovacos, 3,8% húngaros, 2,1% gitanos y 1,2% checos. Los “decretos de Kassa” promulgados por el presidente Bene¹ a lo largo del año 1945 hacen la villa tristemente célebre: efectivamente, estas leyes declaran a las poblaciones alemanas y húngaras que viven en territorio eslovaco como colectivamente culpables, las privan de nacionalidad (y por lo tanto de jubilación y otro tipo de prestaciones), les retiran el derecho a trabajar como funcionarios públicos, y luego en tanto que empleados del sector privado, congelan sus cuentas de ahorro en los bancos, prohíben el uso de las lenguas húngara y alemana en la vida pública, excluyen de oficio a los estudiantes húngaros y alemanes de la universidad, desmantelan las sociedades culturales, convierten en posible la confiscación de las tierras y de los bienes de los propietarios húngaros y alemanes, su deportación o su expatriación forzada a Hungría o Alemania. Cerca de 400.000 húngaros (destinados por el gobierno de Bene¹ a ser expatriados a Hungría) se quedan en territorio checoslovaco después de la firma, a principios de 1947 de la paz de Paris: esta población es destinada a una política calculada de diseminación y asimilación forzada, política cuya puesta en ejecución se ve impedida por la toma del poder por los comunistas. Las leyes Benes no han sido derogadas durante la disolución de Checoslovaquia y su espíritu continua vivo como lo prueba la entrada en vigor el 1 de septiembre del 2009 de la ley que prohíbe la utilización de la lengua húngara en medios oficiales (lo que incluye igualmente una visita médica) – incluso si los dos sujetos son de lengua materna húngara, con multa de 100 a 5.000 euros de pago inmediato....

Esta visión histórica es necesaria para comprender la mezcolanza cultural enorme que es Kassa desde su fundación, mezcla cultural que caracteriza de hecho la mayor parte de las ciudades húngaras. La cuestión de poseer, de conservar y de poder utilizar oficialmente su lengua materna es una cuestión de supervivencia para las diferentes culturas que coexisten en el territorio de la “Gran Hungaría” de antes de Trianon, y de después de Trianon: si las fronteras han cambiado, una gran parte de las poblaciones se ha quedado en su sitio. Hablar húngaro, escribirlo, publicar en húngaro en un país bajo dominación austriaca, y después desmantelado tras el tratado de Trianon, constituye no sólo una declaración de identidad sino igualmente un acto político: se trata de definir una identidad y no de ir en detrimento del otro, pero con relación a y relacionado con el otro, los otros. A lo largo de los siglos muchos escritores se han dedicado a mantener en pie una literatura húngara a Kassa, János Bacsányi, Dávid Baróti y Ferenc Kazinczy con su revista literaria húngara Magyar Muzeum la primera de su género que vivirá de 1788 a 1799 (fue silenciada por la censura por haber publicado un artículo sobre la Revolución Francesa). Varias revistas publicadas a Kassa se empeñaran en contrapesar el papel central de Budapest en la vida artística y literaria.

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