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¿Quién es el traductor actual de Imre Kertész, Ádám Bodor y László Krasznahorkai?
Adan Kovacsics.
Mateo Díaz García.
Anna Svetopulska.
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Lajos Parti Nagy
Lajos Parti Nagy

El payaso ventrílocuo

Lajos Parti Nagy

1953–

El lenguaje de Lajos Parti Nagy es tal vez la más novedosa de la literatura húngara actual. Su lectura necesita un esfuerzo del lector, pero la recompensa nunca falta.

En la sección Lectura del mes pronto se podrá leer su cuento titulado La nevada de Aranka Teöpfel.


Biografía

Lajos Parti Nagy nació en Szekszárd el 12 de octubre de 1953. Pasa su infancia en la provincia de Tolna, en Kaposvár, y Székesfehérvár donde termina su bachiller en 1972. En 1977 se licencia de filología húngara e historia en la Universidad de Pécs, una ciudad que, según los comentarios, juega un papel importante en el desarrollo de su identidad como escritor. Trabaja como bibliotecario hasta el 1979 fecha en la que se convierte en redactor de la revista Presente [Jelenkor], bajo la dirección del legendario redactor en jefe Ervin Szederkényi. Deja Pécs en 1986 para ser escritor independiente en Budapest. A partir de 1990 escribe novelas de folletín para el Diario Húngaro [Magyar Napló], del que redacta la sección poética entre 1991 y 1993. Realiza algunas estancias en Alemania. Desde 1982, fecha de la publicación de su primer volumen de poesía, Stop de Ángeles [Angyalstop], obtiene numerosos premios (más de treinta hasta ahora) y es aclamado por el público como uno de los principales escritores de la lengua húngara.

Obra

Desde sus primeros volúmenes de poesía publicados Lajos Parti Nagy da muestras de una sensibilidad particular a los juegos de palabras y al humor del lenguaje, y desarrolla un estilo que llegará a la madurez en su volumen titulado Cabalgar por la soda [Szódalovaglás] donde utiliza los elementos del lenguaje –llamado corrompido– que tuerce y retuerce de manera que los pone en evidencia, toma fórmulas sacadas tanto de la cultura popular como de la de la elite, hace un amplio uso del humor, la ironía y la parodia. La sonoridad es el hilo conductor de su poesía, la lucidez le da la fuerza necesaria para atreverse a no fiarse, tanto en la escritura como en la lectura, de un intelecto a veces demasiado omnipresente y a menudo pesado en la vida cotidiana actual. Hace reaparecer el oficio de escritor bajo un ángulo nuevo, el de un artesano que machaca y tritura la lengua a la manera de un carnicero que amalgama la mezcla de carnes y especias, de la misma carne a la salchicha.

Sus cuentos escritos obtienen el mismo éxito que la poesía, y los elementos constructores de su prosa son los mismos que los de su poesía: el humor y la invención de la lengua, una visión irónica de los acontecimientos cotidianos llamada a camuflar la fuerza de las emociones que estos despiertan. Lo grotesco, elemento inevitable de la vida bajo el régimen comunista, reaparece en la literatura post-caída: se le creía condenado por el cambio de régimen, cuando de hecho reaparece de nuevo. Se le encuentra más vivo que nunca en el drama titulado Mausoleo [Mauzóleum] que pone en escena los abismos de las desgracias vividas por los habitantes de un viejo inmueble de Budapest implicados, contra su voluntad, en una historia de crimen: tratan de hacer desaparecer el cuerpo de un criminal muerto en el sótano de su casa.

La única novela de Lajos Parti Nagy es de inspiración política y hace un amplio uso de lo grotesco: se trata de Plaza de mi héroe [Hõsöm tere], una anti-utopía que describe como los halcones de extrema derecha toman el poder en Budapest. La estructura innovadora del libro juega probablemente un papel tan importante en su éxito como su contenido, cuyo humor agrio es destructor.

Lajos Parti Nagy nueva igualmente como traductor. A partir del final de los años 1990 exporta su creatividad lingüística particular al campo de la traducción. De hecho, la mayor parte de sus traducciones de obras de teatro no son traducciones simples sino actos de reescritura en el espíritu del autor original. Inaugura, en estas traducciones posmodernas, una fórmula original. El título de la obra será por ejemplo: Molière: Tartufo, escrito por Lajos Parti Nagy. Se encuentra aquí de nuevo el principio de escondite inaugurado en 1990 con la publicación de un folletín salido de la pluma de una supuesta autora: Jolán Sárbogárdi. La mascarada es de corta duración, porque el tono ingenuo y diletante del cuento es sospechoso para aquellos que conocen el nivel de la publicación. Pero el juego ha quedado abierto: el juego de rol, la mascarada que permite utilizar diferentes registros de lengua y, particularmente, jugar con ellos. Intervenir, travestirlos y parodiarlos constituyen una estrategia primordial en Parti Nagy. Eso le permite el rejuvenecimiento, la reinvención de la lengua que es el núcleo de su arte.

Finalmente conviene mencionar los dos volúmenes de cuentos de Parti Nagy Balaton ondeante [Hullámzó Balaton], y El pie del perro helado [Fagyott kutya lába] que son el punto de salida del a película titulada Taxidermia (2006) puesta en escena por György Pálfi y que obtuvo varios premios internacionales.

El payaso ventrílocuo

Hay un poema que está presente en casi todas las numerosas páginas web literarias consagradas a Lajos Parti Nagy: se trata de Verano, película muda. Este poema con Objeto de zorro al anochecer (un poema que pone en escena toda su lucidez asociativa, su arte de la lengua ligero y mortífero, que se deleita en las sonoridades tanto como en los ritmos, que le gusta tanto y que está considerado como un –e incluso el– súmmum de la poesía húngara de los años 1990) está presente en la selección que el autor presenta en la antología Europink, publicada en 1999 en cuatro lenguas. Este poema me parece emblemático: se trata de una despedida dibujada en la figura del payaso blanco en medio de la lluvia algodonosa que siembra en la brisa veraniega, y se trata de marcharse. El texto es de una tristeza punzante. La máscara del payaso, a pesar de sus ensayos repetidos para continuar el espectáculo –“tachín-tachán”– se rompe y deja rezumar un dolor agudo.

La poesía de Parti Nagy, a pesar de sus aires simplones, habla de lo esencia: retomando las palabras de Zsófia Balla, “Ya hemos hablado de pérdidas, supervivencia, alegría, muerte, y de otras cosas que son propias de la vida. […] Los poetas intentan contar cosas de las cuales piensan que sólo hay una manera de contarlas, sin patetismo, sin exagerar […]”. Parti Nagy añade:

“La persona menos culta igual tiene necesidad de una clase de orgasmo espiritual. Lo que pasa es que el arte sofisticado, sobre todo la de este siglo, sirve cada vez menos para provocar rápidamente un terremoto del alma, porque se ha convertido en un recurso refinado, delicado y metastático. En cambio los lectores en su vida cotidiana están acostumbrados a efectos cada vez más espectaculares. […] Desde que apenas escribo poemas, estoy cada vez más convencido de que entre los géneros es la poesía la que tendrá más posibilidades de pasar al nuevo milenio de modo más intacto. Como un extracto de sentimientos fácilmente disoluble en la boca. […] Me puedo imaginar que un público relativamente amplio, de oídos nada refinados que tiene una sed insaciable por lo romántico, lo que hasta ahora ha recibido en forma de sirope y de coca-cola, este público volverá la poesía a la moda, cogerá de la estantería este bote de almíbar un poco extraño, un poco seco, pero muy vivo y muy intenso, llamado poesía. Porque el único sabor más o menos puro y del que no se puede hartar es el de los sentimientos, sensaciones, instintos, es el sabor del hombre, un sabor amargo, dulce, extremo, mortal. A este público no le interesará cómo se han madurado estos sabores en lo que es el dichtung, no le interesarán la construcción, la lengua y el modo, sino solamente los sentimientos que aporta. […] Pienso […] que sin consuelo, sin alguna actitud que se parece al consuelo, no puede existir la poesía, ni la literatura, en definitiva el arte. Y tampoco sin compasión que forma parte de lo mismo. Y en este sentido no puede existir sin amor. […] ¿Y cómo se manifiesta todo eso? En la literatura evidentemente a través de la lengua, y dentro de la lengua, en la poesía se manifiesta con la ayuda de mecanismos de densificación, a través de figuras y formas canonizadas y no canonizadas que definen una tradición. […] Cuanto más prosa he escrito tanto más tenía la impresión de que la poesía es música y melodía. Todo lo demás –los presentimientos de forma o brotes de pensamientos– son carne picada del embutido llamado prosa. Lo que me ha surgido, lo que he oído como poema y lo que “he apuntado” como poema, sólo pretende ser melodía, es casi un texto ciego”. (Zsófia Balla, András Ferenc Kovács y Lajos Parti Nagy: “De la poesía” in: Magyar Lettre Internationale, n° 31, invierno 1998).

El único peligro es que a fuerza de esconderse detrás de máscaras, de utilizar la voz de los otros, de someter el contenido a la forma, las emociones que el autor disimula, la voz que falsifica, el contenido que niega se encuentren perdidos. Que el público, llegado para reír, solamente se ría al ver al payaso y no a lo que él ofrezca al espectáculo, se ría “en vacío” sin comprender, sin experimentar realmente la necesidad. Y, empujado por el miedo de ser tomado (por otros o por él mismo) en el flagrante delito de la incomprensión, de ser clasificado entre aquellos cuyo lenguaje es el utilizado por Parti Nagy con el fin de hacer reír: sea el de la cultura popular o elite. Si eso ocurre, puede que el consuelo y el amor que desea comunicar se queden escondidos detrás de las palabras que, por la forma como son dichas, hacen mal.

Kinga Dornacher


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