Baltasar Porcel
Chocolate perfumado y fino
Traducción de Antonio Manuel Fuentes Gaviño
Fuente: Las primaveras y los otoños
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… sí, chocolate perfumado y fino. En Budapest, claro. Una tarde que me encontraba yo, distraído, con el
Journal del pintor Delacroix sobre la mesa y bebiendo de vez en cuando un sorbo de chocolate. Yendo obligatoriamente por el mundo, como es mi caso, te agarras unos aburrimientos endemoniados. Me he tenido que aficionar a dos cosas para solucionarlo: a los museos y a la historia de cada lugar. La pintura son santos y los hechos del pasado también: una maraña de gente y de batallas, todo junto… Bajó la voz, guiñó un ojo. Y a las mujeres también me he tenido que aficionar, que muchas veces resultan muy suculentas, ja, ja, ja…
Los otros corearon la risa de Joan Pere Tudurí. El viejo Honorat protestó:
- Sí, éste con la excusa de los despertadores de los órganos, ha ganado la lotería.
- Leía concretamente aquella tarde continuaba Tudurí la nota del 3 de abril de 1847 en la que Eugène Delacroix escribía con admiración de la casa del Duque de Morny, donde había estado:
Jai vu là un luxe comme je ni lavais vu encore nulle part. Lo leía, digo, cuando la vieja dama, sentada en la mesa contigua, me miró de manera hipnóticamente fija y me lanzó, también en francés: Nunca sabrás, querida Júlia, dónde o cómo te llegará la desgracia o el bienestar. ¡Qué desconcierto que el ser humano obtenga o conserve la vida, siendo ésta tan compleja y en esencia frágil como es, comenzando por el propio mecanismo corporal, y en cambio le falte algún indicio fiable sobre el destino que le espera!.
Sorprendido, lancé un manotazo al aire con el que acerté a darle de refilón a la jarrita del chocolate derramándolo y salpicando un busto de mármol, recamadísimo, de Mihály Vörösmarty, el insigne poeta romántico cuyos versos lanzan los húngaros cada dos por tres, y que, seamos francos, no me agradan nada. ¿Lo conoces, por casualidad?
- ¿A quién? preguntó Cristòfol Mardà, que había acercado la silla.
- A Vörösmarty precisó Joan Pere.
- ¿Y quién es el mártir este? ¿Un cristiano perseguido por los comunistas que hay en Hungría? preguntó Benat el Sabio.
- ¡Tío, no fastidies, se trata del poeta! se impacientó Tudurí. Yo estaba en el café que se llama
Vörösmarty, y que es el antiguo salón
Gerbaud de Budapest, quiero decir la parte de la ciudad que se llama Pest, la llana y más nueva, porque la primitiva, Buda, está sobre una montañita. Y en el café había entonces, debe de estar todavía, un busto del poeta Mihály Vörösmarty.