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Estíbaliz Ruiz de Azúa
Budapest, 1956: análisis de un movimiento popular en el planetario soviético
Arco Madrid, 1998
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La muerte de Stalin en 1953, pero sobre todo los ataques oficiales a la sistema estalinista expuestos en el XX Congreso del partido comunista de la Unión Soviética en febrero de 1956 y la disolución, poco después, del Cominform tuvieron unas consecuencias inmediatas en el mundo comunista, y particularmente en Polonia y en Hungría, los dos países del bloque oriental donde el nacionalismo y los sentimientos antisoviéticos eran más fuertes. En estos dos Estados satélites se produjeron en octubre de 1956 sendos movimientos populares, de los cuales sólo en el caso de Hungría los hechos desembocaron en una revolución, en la primera revolución antitotalitaria del planetario soviético. Durante unos cortos días, el sistema comunista fue desmantelado y el pueblo húngaro recobró su soberanía, estableciéndose el pluripartidismo, la libertad, la independencia y la neutralidad de la nación. Fue aquella una revolución gloriosa porque fue una revolución de liberación en la que todo un pueblo luchó para recuperar los derechos humanos elementales y las libertades abrogadas por la dictadura comunista. La intervención militar soviética acabó temporalmente con aquella experiencia revolucionaria en noviembre de 1956, pero no pudo acabar con su memoria y legado. El programa revolucionario de 1956 se aplicó en Hungría treinta y tres años más tarde, en 1989. El 2 de mayo de 1990 el Parlamento húngaro, el primero elegido democráticamente después de más de cuarenta años, declaró solemnemente que asumía la responsabilidad de preservar la memoria de la revolución y la consiguiente lucha por la libertad.
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