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¿Quién es el traductor actual de Imre Kertész, Ádám Bodor y László Krasznahorkai?
Adan Kovacsics.
Mateo Díaz García.
Anna Svetopulska.
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La cometa dorada

Traducción de Márta Komlósy

Título original: Aranysárkány
Ediciones B • Barcelona, 2007
Lenguas de edición: castellano

Hungría, comienzos del siglo XX. Antal Novák es un humilde maestro de instituto admirado por su vocación de pedagogo. Un día, sin embargo, los estudiantes y su hija Hilda se rebelan contra él. ¿Se trata de un conflicto generacional?, ¿de un desafío a la autoridad?, ¿de un asalto al territorio de la razón, la tolerancia y el saber? El conflicto es, en realidad, entre las convicciones de un viejo profesor y la rebeldía de una hija sensual y manipuladora.

Críticas
Tribulaciones de un profesor

Francisco Solano
El País—Babelia, 14 de mayo de 2005

(…) El narrador realiza del profesor una descripción tan discordante y cruel (la cabeza es un “objeto esférico”, los ojos “círculos titilantes”), que ya desde los primeros capítulos parece que sobre el profesor se cierne la calamidad. Viudo y padre de una hija, con la que apenas se entiende -la chica, pese a la oposición paterna, mantiene relaciones con un alumno-, Novák lleva una vida monótona sin más aliciente que la perpetuación de esa monotonía, aunque con la satisfacción de contribuir a la formación científica de las nuevas generaciones. Esta satisfacción, no obstante, es más subjetiva que real; Antal Novák no quiere darse cuenta, se lo impide la fe en su propio rango, que los alumnos no sólo no le respetan, sino que es objeto de chanza, además de motivo de las habladurías más risibles que circulan por el pueblo. Discretamente Kosztolányi evita el énfasis sobre la fatalidad, pero las adversidades se acumulan sobre el profesor -su hija huye con el estudiante, un grupo de alumnos le propina una feroz paliza, un periodicucho popular denigra su nombre-, y la suma de tantas humillaciones llevará a Novák a una soledad sin salida. Tragedia de un pobre hombre ilustrado, al que el autor no concede ninguna nobleza de espíritu, sino que se deleita en sus aspectos más frágiles, la novela ni siquiera le otorga la comprensión póstuma de una memoria afectiva. Novák es así víctima de la fuerza bruta y de la malevolencia, pero ni siquiera su estatuto de mártir de la enseñanza repara su condición de profesor ridículo.

Como en Alondra y Anna la dulce, donde los protagonistas están muy bien dibujados, pero tan cargados de ambigüedad que resulta imposible consentir la necedad a que someten sus vidas, también aquí la evasión de la desgracia se presenta como una tarea impracticable. Kosztolányi deja así que sea el lector quien juzgue si la voluntad es ineficaz para resolver los conflictos, o si la presión social aniquila cualquier intento de comunicación. En La cometa dorada la impunidad de la agresión triunfa sobre el saber. Y no sólo en esta vida; convertido en fantasma, en la última escena Novák da señales desde el más allá, feliz en su nulidad, y perdido en el más absoluto olvido. El único lugar donde no le alcanza la desgracia.


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