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Goyescas fantasías de la guerra
Margit Vészi
18851961
Margit Vészi fue una joven poco común. Una amiga de secundaria, Zsófia Dénes que más tarde llegó a ser una escritora y periodista muy popular la recuerda con estas palabras:
A Margit Vészi la conocí en el año del auge del modernismo húngaro, en 1900. Teníamos quince años. […] El primer día de clase recorrí con la mirada el aula y me fijé en la cabeza de una muchacha. Era una cabeza excepcional. Su estatura era como la de cualquiera. Sin embargo, su cabeza irradiaba ingenio y talento. Era la de una muchacha que tenía coraje y voluntad. Que ya era alguien. La de una persona que por entonces solo existía en hombre. Nos presentamos en el recreo, y fuimos amigas hasta que nos casamos las dos en 1906. Nos distanciamos entonces puesto que nuestros mundos eran muy distintos.
La amistad de Zsófia Dénes no fue la única cosa que Margit Vészi perdió con su matrimonio con Ferenc Molnár, el célebre dramaturgo de la época. Debido al maltrato que sufrió desde el primer día de noviazgo, perdió confianza en sí misma y en su arte, en la fuerza protectora de su familia y de sus amigos. La historia de Vészi no difiere lo más mínimo de la de millones de mujeres maltratadas. Sin embargo, los que la recuerdan como una joven de múltiples talentos que al final resultó ser mediocre y no sabía desplegar su potencial artístico nunca preguntan por las razones de tal fracaso, nunca se plantean ¿cómo pudo ocurrir que una joven de tan buena familia y con tanta capacidad intelectual no llegara a ser un personaje que dejara una señal imborrable en la vida cultural de Hungría?
Vészi intentó romper con el dramaturgo Molnár varias veces, pero su entorno especialmente el poeta Endre Ady que la había cortejado la convenció siempre de que volviera. Se casaron en 1906, y un año más tarde Vészi, ya embarazada, se separó de su marido. Pero hasta el divorcio definitivo en 1910 volvió con él siete veces. Molnár a modo de explicación le escribió su drama más famoso el Liliom. (Véase La apología de maltrato El éxito del drama Liliom de Ferenc Molnár en LHO.)
Una vez libre, con su hija se mudó a Paris donde estudió canto y pintura. Rebelde e independiente intentó vivir de su arte y vender sus cuadros. Una vez paseó por todo París con un desnudo masculino atado a sus espaldas en búsqueda de una galería de arte que se lo comprara. En 1912 pasó una temporada en Berlín donde conoció al compositor de ópera Giacomo Puccini que quedó seducido por su inteligencia y personalidad. Sus cartas hablan de una atracción más allá de la amistad.
Sería maravilloso poder volar a su taller y hablar con usted, es que tengo la sensación de que mi alma encuentra eco en la suya. Usted me ha comprendido tan bien, usted es la única que puede pesarme hasta el último milígramo. Me ha comprendido de modo intuitivo, creo, y conoce todos los matices de mis cambios de ánimo. Por eso quiero estar junto a usted. […] Necesitaría para mi arte que está fundado en lo espiritual una guía, un alma que me comprendiera. Usted podría ser mi consejera, pero, desgraciadamente, estamos tan lejos y nos cuesta tanto acercarnos le escribe a Vészi desde Italia.
Más tarde, ya en la década de 1920 cuando Vészi vivía en Italia, intentó vender a Puccini el libreto de Liliom, el drama de su ex marido. Pero por entonces el compositor estaba trabajando en su última ópera, el Turandot que quedó inconclusa por su muerte.
Vészi guardó las cartas de Puccini y antes de su muerte las envió a su hermana que vivía en Londres diciendo que si un día alguien de la familia (de los que se habían quedado en Hungría) necesitaba dinero podrían subastarlas. En 1966 este dinero sirvió para que su nieto Ádám Horváth, director de cine, pudiera pasar cuatro meses en Londres en los estudios de la BBC y asistir a un curso de formación. Aunque Vészi de mayor vivió en una pobreza profunda, no se le ocurrió gastarse el dinero en mejorar sus circunstancias.
Desde 1912 hasta 1914 fue corresponsal en Paris y Berlín para varios periódicos húngaros, el Pester Lloyd y el Est. Cuando estalló la primera guerra mundial decidió visitar el frente. Vészi fue la primera y la única corresponsal de guerra femenina húngara entre 1914 y 1919.
Aunque el tono impresionista de sus artículos fue interpretado como un estilo femenino e íntimo los reseñistas de su obra Europa en llamas [Égõ Európa] que fue publicado en 1915 y que incluía sus reportajes sobre el frente, reconocieron que tenía una mirada fresca y sorprendente. Le apasionaba la ética del periodismo en tiempos de guerra. No solo escribía sino que dibujaba caricaturas de los corresponsales, recalcando su falta de neutralidad y objetividad.
Estoy esperando ansiosa e incómoda: la profesión de periodista ahora me parece una indiscreción de entrometidos. ¡Contemplar la inmensa miseria humana impotente ante ella, observarla como si fuera un mero objeto de reportaje! ¡Qué espectáculos más atormentadores me esperan, la visión de una enorme masa de inválidos será horrible, digna del arte de Goya!
Antes de que los movimientos antiguerra tomaran impulso, Vészi publicó un artículo largo sobre el pacifista Romain Rolland con ocasión de la concesión de su Premio Nobel de Literatura, en el que defiende la idea de la paz mundial en nombre del humanismo.
En principio todo el estilo me pareció extraño: tuve que insistir en volver a decirme una y otra vez que estos sucesos no eran tan inocentes como parecían, que los alegres episodios tenían un trasfondo sombrío: destrucción, hundimiento, la ruina de vidas y de bienes escribe sobre los sucesos de guerra en uno de los reportajes.
En 1918 publicó otro libro de memorias de guerra bajo el título En camino [Útközben], y al año siguiente, se mudó a Italia con su hija. Allí conoció al barón Paolo Mantica, un socialista anti-Mussolini con quien se casó en 1923. En la década de 1920, junto a su marido participó en los círculos socialistas. Estableció una agencia literaria e intentó vender los derechos de traducción de varios autores húngaros.
Desgraciadamente la segunda parte de su vida esta mucho menos documentada. Se sabe que su matrimonio con el barón socialista se iba enfriando (Paolo Mantica murió en 1935) y ella se mudó a los Estados Unidos. Una vez más intentó vivir de su arte como dramaturga en Hollywood. Escribió varios guiones de cine con bastante éxito. Aparte de su trabajo en la industria cinematográfica, siguió escribiendo reportajes sobre Hollywood para revistas húngaras.
A finales de los años 1930 y principios de los 1940 muchos de sus contemporáneos buscaron refugio en Nueva York. Entre ellos desembarcó su exmarido, el dramaturgo Ferenc Molnár con su mujer de entonces, la actriz Lili Darvas. En la última década de su vida Molnár sufría de depresiones, y cuando cayó enfermo Vészi cuidó de él.
¿Qué pasó con Vészi entre 1940 y 1960? En algún momento trabajó en un almacén de Nueva York en el departamento de jarrones de porcelana. Más tarde cuando ya cobraba una paga mínima de Hollywood, vivió en una pensión barata. Aunque apenas llegara a final de mes, enviaba dinero a su nieto, el escritor Mátyás Sárközy que después de la revolución húngara de 1956 emigró a Londres.
En 1960 se mudó a Alicante porque la pensión que recibía de los Estados Unidos le daba para más en la España de los años sesenta. Vivía en un hotel barato y destartalado. Un día un barco amarró en el puerto y un señor entró en el hotel. Ella que bajaba las escaleras justo en este momento reconoció al hombre que antes de la guerra había tenido una tienda de ropa interior femenina en la calle Váci. El señor Breichner la reconoció enseguida. Aparte de unas pocas anécdotas alegres como esta que contaba en sus cartas a su nieto, Vészi llevó una vida triste y solitaria.
Su nieto, Mátyás Sárközy que llegó a ser escritor dice que Vészi se mató en un día lluvioso y triste de invierno en Palma de Mallorca. Otras fuentes sostienen que murió el 11 de julio de 1961 en pleno verano, en su hotel, en Alicante.
La trayectoria de Margit Vészi es la de la nueva mujer que emergió en la primera parte del siglo veinte. Vivió una vida que por una parte se caracterizó por la constante lucha por la independencia y el reconocimiento; por otra, por la aceptación de las normas impuestas en ella por una sociedad de valores masculinos. La vida de una artista multifacética que merece ser contada y no olvidada
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