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Besztercebánya
Enikõ Karádi-Héder
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Besztercebánya es una ciudad famosa por su cultura del libro contra la cual el curioso héroe de Kálmán Mikszáth emprendió una guerra, tan ingeniosamente que grabó su nombre para siempre en la historia de las letras húngaras.
Kálmán Mikszáth escribió su novela más famosa sobre el peculiar asedio de Beszterce en la que el Quijote húngaro libra apasionadas batallas. El autor nos brinda una visión crítica sobre los restos del feudalismo en Hungría. La ciudad de Besztercebánya, que en el título de la obra aparece en su forma abreviada Beszterce, se halla en lo que era el norte de Hungría en el siglo XIX y que, a lo largo de los siglos, llegó a ser la ciudad más boyante y dinámica de las Tierras Altas. Su nombre es mencionado por primera vez en los privilegios de la ciudad de 1255; sus habitantes en aquel entonces eran, en su mayoría, mineros alemanes inmigrados. Debido a que tenían el privilegio de ser libres y a que su única obligación era desfilar bajo la bandera del rey vestidos debidamente con adornos, se creó el estereotipo de que eran gente acicalada, adornada y presumida. A ellos se debe que la ciudad empezara a prosperar puesto que trajeron una técnica minera desarrollada y novedosa a la región que aseguró más tarde el bienestar de las ciudades de este territorio (Besztercebánya, Selmecbánya, Körmöcbánya, la palabra bánya significa mina en húngaro) e hizo posible el florecimiento de las artes. Fue coto de caza de los reyes y, según la leyenda, el rey Matías el Justo durante un viaje de varias semanas trajo aquí a su esposa para enseñarle las minas de Beszterce.
Desgraciadamente a consecuencia de los tormentosos acontecimientos históricos desde el siglo XVI la minería quedó en segundo plano y la gente se empezó a ganar la vida en la industria maderera, alcoholera y textil. En tiempos de Mikszáth, en el siglo XIX, gracias a las nuevas líneas de ferrocarril los visitantes podían llegar en tren a esta ciudad de cultura y economía prósperas. Merece la pena echar un vistazo a la historia de la cultura del libro en esta época, puesto que los investigadores han confirmado la existencia de numerosas bibliotecas privadas y dicen que los mercados de libros de estas tres ciudades mineras fueron los favoritos de los libreros. En Besztercebánya y Körmöcbánya había más demanda de obras de ciencias naturales y médicas, mientras que en Selmecbánya los lectores buscaban libros de ficción. Respecto al comercio de libros, las tres ciudades fueron tan importantes en la época que hasta Mikszáth alude a este hecho en su novela, poniendo en boca de su protagonista, mientras cabalga hacia Beszterce con mucha gallardía y ganas de pelear, estas palabras: ¡Ay de ti, Beszterce! Hubo, pero no habrá ciudad de este nombre. ¡Los libreros pueden tragarse los planos! ¡Pobres libreros!. Hoy en día es sorprendente el número de bibliotecas que guardan la memoria de aquel imperio de libros. Los habitantes de Beszterce que se encuentren sedientos de cultura pueden acudir a los espectáculos de varios teatros y de la Ópera Estatal.
El pueblo natal de Mikszáth, que pertenece al territorio administrativo de Besztercebány, cambió su nombre (Szklabonya ) por el de este ilustre autor, considerado la principal figura literaria de los condados del Norte de Hungría. Este cambio se debe a la comprometida iniciativa de la Asociación de Mujeres Húngaras, que en 1909 solicitó al vicegobernador el cambio de nombre con ocasión de la celebración del cuarenta aniversario de la carrera literaria del famoso escritor, de manera que fuera honrado su nombre para la eternidad. Los habitantes del pueblo, de mayoría eslovaca, tenían poco conocimiento de Mikszáth, por eso fueron las lectoras de esta asociación las que redactaron un guión para la conmemoración repartiendo los quehaceres entre los vecinos para que el nombre de Kálmán Mikszáth no perdiera su luz con el paso del tiempo. Gracias a su trabajo, desde 1910, este pequeño pueblo en las Tierras Altas lleva el nombre del gran autor (Mikszáthfalva pueblo de Mikszáth) y en el edificio que se construyó en el solar de su casa natal se puede ver una placa conmemorativa. Para la celebración se escribieron obras dramáticas que circularon por varios pueblos de la región encontrando siempre un público entusiasta. Así reza una canción infantil:
El tío Mikszáth nos dijo
Que vendría ¡qué regocijo!
Y lo haría si lo dijo
Solo si no se le olvidó
¡Viva Kálmán Mikszáth!
¡Viva Mikszáthfalva!.
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