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Kassa, ciudad natal de Márai
Kassa, ciudad natal de Márai

Frigyes Karinthy sobre Sándor Márai, en 1934

Sándor Márai

1900–1989

Los contemporáneos de Sándor Márai pronto reconocieron su talento y grandeza como prosista. La reseña de Frigyes Karinthy sobre la novela Sziget (La extraña, Salamandra, 2008; La estranya, Empúries, 2008) es uno de los primeros comentarios sobre el artista.

Frigyes Karinthy

Sobre Sándor Márai con motivo de la publicación de La extraña,

y sobre la literatura con motivo de Sándor Márai

Sobre Sándor Márai, que es muy conocido entre el público y estimado por muchos entendidos (su novela Los rebeldes ha alcanzado un verdadero éxito en París), yo personalmente, si me acuerdo bien, es la primera vez que escribo. Siento miedo, y lo considero una buena señal, para ambos. Ante una nueva tarea el miedo indica que el crítico es consciente de la responsabilidad y la asume, en cambio, ante fenómenos anodinos no hay responsabilidad […] – este escritor existe, ha nacido: “ha llegado”, en el sentido profesional y artesanal de la palabra. […]

En nombre de todos le doy la bienvenida en el Imperio con mucho aprecio y alegría a Sándor Márai. […]

Primeras impresiones sobre la figura entera.

Le gusta escribir. Es voraz como un advenedizo, a pesar de ser aristócrata de nacimiento. Como si hubiera entrado por casualidad en su propio castillo, quiere devorar todas las provisiones. Se baña voluptuosamente en el mar de las asociaciones, sean de carácter conceptual o formal: a veces la imagen persigue a marchas preocupantes al fantasma de la comparación, a veces es la idea que la para, entonces se detiene, y se queda al pairo demasiado tiempo. A menudo tienes la sensación que parlotea, diluye intencionadamente para gastar la gran cantidad de líquido del que dispone para la poca materia sólida (es escritor, no dichter, condensador)*. En otras páginas encuentras un bloque duro, y empiezas a dudar en tus impresiones anteriores: ¿será que la disolución no es perfecta y se han formado cristales en un punto, mientras que en el otro sólo hay agua coloreada? ¿O tal vez el diluyente es más valioso, y la divagación libre? ¿Lo demás es secundario?

Es que su lenguaje formal es de primera categoría. Ha frecuentado los mejores establos de los mejores maestros de la época, y ha aprendido todo para lo que es imposible aprender. Maneja con la misma elegancia las conexiones interiores aparentemente difíciles y los realmente difíciles representaciones exteriores: el público no debe notar los esfuerzos, tenga el carácter que tenga el logro deportivo. Hay que dejar que la plebe vitoree el audaz salto mortal de las paradojas, mientras que el acróbata sabe que la belleza del espectáculo muchas veces se esconde en un movimiento minúsculo, que el jurado experto galardona con un chasquido de lengua: “ha sido algo nuevo, nadie lo hahecho hasta ahora, o no tan hermosamente”. […]

Naturalmente, el marco del género pone límites a la riqueza de esta visión fresca, a las ganas y la capacidad de reaprender, redescubrir todos los datos y sentimientos conocidos. Un escritor tan afortunado es siempre anarquista en la composición, y el lector lo sigue gustosamente en los saltos vericuetos que subvierten el orden épico, del futuro al pasado reciente, del pasado reciente al futuro cercano, de acontecimientos externos a reflexiones interiores, interrumpiendo “el momento más interesante”, como en una montaña rusa grotesca y en la cocina de brujas. Disfruta del viaje emocionante y piensa que así llegará más lejos que por raíles fijos. […]

Es decir, respecto al contenido no hay revolución: pero sí en su arte. En su manera de escribir, en sus experimentos con las herramientas del oficio: es un futurista en el mejor sentido de la palabra, es el pionero y el delantero de una futura arte de escribir, en el equipo de los mejores.

Gracias a él la literatura húngara dispondrá de excelentes prosas.

* Dicher (alemán): poeta. Significado original: condesnador. (Nota del traductor)

Traducción de Éva Cserháti


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