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László Darvasi

La pregunta
¿Cuál fue la profesión del escritor Géza Csáth, cuyos cuentos acaba de publicar la Editorial Nadír?
Fue médico de balnearios y se dedicaba a investigaciones psicoanalíticas.
Fue periodista, ensayista y poeta.
Fue un morfinómano perdido y nunca tuvo una profesión seria.
Respuesta

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Géza Csáth

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El maestro de los “caballeros de niebla”

Éva Cserháti

Gyula Krúdy leyendo en su casa
Gyula Krúdy leyendo en su casa
Gyula Krúdy es el bocado más exquisito de los golosos literarios, uno de los escritores más populares entre los lectores húngaros. Su prosa ha dejado sus huellas en toda la narrativa del siglo veinte desde Sándor Márai hasta Imre Kertész.

Krúdy es el gran maestro de “los caballeros de niebla”, un grupo de escritores finiseculares que comienzan su carrera a finales del siglo diecinueve bajo la influencia del modernismo, simbolismo e impresionismo, y de los nuevos logros de la investigación psicoanalítica. La denominación proviene del carácter general de los autores (Károly Lovik, los hermanos Cholnoky, Sándor Bródy, Gyula Szini) de esta época que prefieren el recuerdo, el ensueño y la fantasía antes que la realidad del presente. No es casualidad que la última obra de Krúdy se titule La vida es sueño. Sus personajes son figuras del pasado que sufren en el presente inconcebible para ellos, y la realidad parece ser un cuerpo extraño entremetido en su vida, sin razón.

El jóven Krúdy empieza escribir influido por los grandes escritores románticos y pronto descubre a Turgenyev que le “gusta incluso más que las mujeres”. Entre sus ideales están Dickens, Thackeray, Maupassant, Puskin y Zola, también aprende mucho de los maestros realistas húngaros, sin embargo, los supera conociendo las nuevas tendencias del impresionismo. Krúdy es el gran psicólogo de la memoria, y es el artista más importante de la asociación de ideas. Siempre en un entorno húngaro, escribe de manera similar a Proust, aunque no llega a conocer sus obras. Su mundo es el de los recuerdos, sin embargo los detalles de la realidad pasada aparecen con una plasticidad maravillosa. Es capaz de crear un ambiente erótico con media frase, y con la otra mitad despierta el hambre y la sed: no existe otro autor húngaro que haya escrito tanto y con tantos detalles sobre la buena comida y el buen vino como él.

Krúdy es un burgués antiburgués, describe la decadencia del Budapest del siglo veinte, es el escritor por excelencia de la capital húngara, no hay calle, avenida o rincón perdido que no forme parte de su enorme obra de 140 tomos.

“La única cosa que importa –dice Krúdy– es la escritura, y el canto del grillo.” Las obras de Krúdy aparentemente no dicen mucho, porque lo esencial de su arte se esconde en los detalles: en la elección de los adjetivos, en los trucos de estilo o en la forma de la frase. “Es un soñador” –dicen de él sus contemporáneos. “Doy vida a recuerdos dormidos en mi pelliza y dibujo señales en el cruce de caminos, desechas por la lluvia” – dice él mismo sobre su arte.

Krúdy es un escritor singular y solitario pero su época fue un auge en la cultura húngara cuya revista literaria –Nyugat (Occidente)– fue la más importante de todos los tiempos. Alrededor de ello se organiza la vida artística húngara de la primera parte del siglo veinte, de cuyos miembros el lector español puede conocer a Sándor Márai, Dezsõ Kosztolányi, Antal Szerb y algunos pocos más. Krúdy conoce a todos y colabora en Occidente, pero su vida no ocurre en círculos literarios, no se identifica con movimientos y tendecias. Es un ser independiente en su carrera y en su vida privada hasta el extremo de ser incapaz de tener relaciones de amor y de amistad sólidas.

Pretende describir la época en que vive, planea una serie de obras sobre Budapest, y son estas “las novelas urbanas” que le traen el éxito desde 1913 cuando publica La carroza carmesí, y más tarde Viajes otoñales en la carroza carmesí. En algunas obras evoca la ciudad rural de su infancia, en otras siglos pasados de la historia húngara, incluso tiene unas novelas de cierto realismo. Sin embargo, su mundo más auténtico es el de Simbad, del gran viajero que sale todas las noches a ver la luna sobre el Danubio y a andar por las calles del Budapest finisecular, y de Kázmér Rezeda el escritor frustrado que se pierde en las noches melancólicas de la capital.

Destaca entre sus últimas obras (La vida es un sueño, Héroe de la cinta azul, Purgatorio) la historia real de Eszter Solymosi, una judía húngara acusada de matar recién nacidos para beber su sangre. Krúdy es el primer autor en la literatura húngara que delata en 1931 el antisemtismo reinante, por temer las represalias el libro fue editado por capítulos en un periódico.

Su importancia en la historia de la literatura húngara es indudable, liberó las formas tradicionales de la narrativa y rompió con las reglas del género novelístico. El tiempo lírico “melódico”, la dominancia de las imágenes y el estilo musical–rítmico son las aportaciones de Krúdy. Sándor Márai, inspirado por la vida insólita de Krúdy, escribió una novela sobre sus últimos días con el título Simbad llega a casa. No hay escritor húngaro contemporáneo desde Magda Szabó, Ádám Bodor, Péter Esterházy, Péter Nádas a Imre Kertész que no hayan sido aficionados o al menos influidos por el maestro de “los caballeros de niebla”.

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