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La literatura del barrio judío de Budapest
Katalin Vinczellér
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El Árbol de la Vida en el Parque Memorial junto a la sinagoga de la calle Dohány. Las hojas del sauce llorón llevan grabados los nombres de algunas de las cerca de 600 000 víctimas del holocausto. Foto: Attila Papp |
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La literatura no tiene leyes, sólo la del autor, no tiene nada que haya existido antes de ella, nada divino, nada humano, sólo la frase que está naciendo, y veremos si vale por sí misma o no.
György Konrád
La identificación es un campo muy peligroso. Y es todavía más movedizo si se mezcla con conceptos y definiciones estéticos y literarios. Entonces, ¿qué significa la expresión letras budapestinas judías? Si sólo se tratara de la literatura budapestina, podríamos decir que es una simple identificación geográfica: la literatura budapestina es todo lo que se escribe en Budapest o su tema es la ciudad, es decir, algunos motivos suyos hacen referencia a la capital húngara. Del mismo modo podríamos afirmar que las letras budapestinas judías son las escritas por judíos residentes en Budapest y punto. Si es así de fácil ¿por qué no hablamos de letras budapestinas bavarias, rumanas, gitanas, hindúes o gays?
Antes que nada deberíamos analizar el significado real de la expresión letras budapestinas judías. Pero es arriesgado. ¿Qué pasa si no llegamos a ninguna conclusión? ¿Entonces no existe una literatura de estas peculiaridades? ¿Deberíamos hablar sólo sobre los autores y ciertas obras? ¿Cuál es la comunidad, cuáles son los rasgos comunes que dan sentido a esta definición?
Si queremos quedarnos dentro del campo de las humanidades, merece la pena buscar aspectos puramente literarios y estéticos. György Konrád destaca en su ensayo La herencia judía que el hecho de que el autor sea de origen judío no es un factor estético: Una idea sólo por haber sido creada por un judío no es ni mejor, ni peor. Entonces ¿qué da pie a distinguir la literatura judía? Tal vez el desamparo y la humillación extremos que costó la vida de más de 400.000 judíos húngaros entre 1944-45. Tal vez. Pero estar a la merced del destino y de circunstancias crueles no es una característica exclusivamente judía. No es una particularidad de los judíos, sino un estado profundamente humano. Sin embargo, observando las obras de la literatura budapestina judía traducidas al castellano es fácil descubrir los temas, los motivos comunes y los paralelismos en la narración. El narrador de Azarel de Károly Pap (Minúscula, 2005), de Nueve maletas de Béla Zsolt (Punto de Lectura, 2005), de Sin destino de Imre Kertész (Acantilado, 2006; Sense destí, Quaderns Crema, 2003; Zoririk ez, Elkarlanean, 2003) y del Reloj de piedra de György Konrád (Alianza, 2006) es un protagonista-narrador muy subjetivo que habla en primera persona singular. En las cuatro novelas domina una intimidad lírica personal, pero aparece con la misma importancia la visión sociográfica e histórica. En Azarel y en Sin destino el narrador es un niño que tiene una percepción particular del mundo pero por ello no es más simple o limitada.
Las obras tienen un fuerte carácter sociográfico hasta tal punto que el libro de Béla Zsolt, Nueve maletas, casi no se ajusta en absoluto al género novelístico. Es la última obra inacabada del autor, que fue publicada por una revista en varios capítulos. Tal vez por eso, parece un mosaico. Más que una novela da la impresión de ser un reportaje, un informe en forma de diario o de confesiones desde la retaguardia, desde el gueto, desde el campo de trabajo forzado. Las alusiones autobiográficas son muy obvias, como en la novela de Károly Pap que aunque de manera distinta, igualmente se lee como una biografía transformada de la infancia, y ocurre lo mismo con Gyuri Köves, el protagonista de Sin destino, que ha sido interpretado como el otro yo del autor. Reloj de piedra de György Konrád es la novela menos real de las cuatro, sin embargo, unos detalles hacen evidente que no es del todo ficción. Los nombres de las ciudades y de las personas (Kandor, Kadron, Darnok) son anagramas del apellido del autor Konrád.
Sin duda, el tema, la narración del holocausto, es el rasgo común más evidente de las obras. Aunque hubiera respuestas contemporáneas a la tragedia de los judíos húngaros, como Emberszag (Olor humano) de Ernõ Szép, la literatura judía surgió después de medio siglo de silencio absoluto. El destino de miles de judíos húngaros no fue un tema apropiado según la política cultural comunista.
El deseo, convertido muchas veces en obsesión, de expresarse, de narrar lo ocurrido después del silencio forzoso es comprensible pero produce una situación ambivalente. Aunque leyendo la obra de la filósofa Ágnes Heller (La resurrección del Jesús judío, Herder, 2007) nos damos cuenta de que en el foro budapestino domina el pluralismo, es decir, uno puede intentar, tal como lo hace la autora, hacer las paces entre la figura del Jesús histórico del judaísmo y el Jesús cristiano de la historia de la salvación. Todavía no se ha dicho la última palabra y la conversación se ha de continuar para ver si existen o no las letras budapestinas judías.
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